Isabel Coixet dedica su columna en el dominical de “El Periódico” a la bicicleta islámica (una especie de caja adosada a una bicicleta normal que oculta el movimiento de las piernas al pedalear), un artilugio aprobado recientemente por las autoridades iraníes con el fin de permitir que las mujeres puedan llevar una bicicleta.
Reflexiona Coixet sobre la sensibilidad erótica de los hombres iraníes ya que el invento, como la burka o la moderna moda de baño musulmana, está pensado para no levantar las pasiones de los extraños, algo que, según el pensamiento ortodoxo musulmán deben evitar las mujeres a toda costa para no inducir a la corrupción.
Dejando de lado la anécdota, que a priori puede parecer hasta cómica a los ojos occidentales, la noción de que la mujer es responsable de los deseos que suscita no es tan ajena a nuestra cultura. Todavía hay quien piensa que las verdaderas causantes de las violaciones son las mujeres que las padecen, que osan salir a la calle con ropa provocativa o a horas inconvenientes a sabiendas de que los hombres “son como son”, y la agresión sexual es considerada por muchos (y muchas) como el merecido castigo por incumplir las normas marcadas por la moral tradicional.
Aunque parece que esta mentalidad está cambiando (tal como reflejan las recientes reformas legislativas) lo cierto es que sigue incrustada en el pensamiento de muchos hombres que, a pesar de considerarse ultramodernos y hasta revolucionarios, en el fondo siguen considerando que las mujeres nos vestimos, hablamos, actuamos y, en suma, existimos, nada más que para gustarles a ellos.
Me refiero concretamente al reproche que a todas nos han hecho más de una vez: ”¿Por qué eres así?”, te dice con voz torturada el pretendiente de turno, refiriéndose a algún rasgo inherente a tu persona (como tener el pelo rubio y los ojos azules) o a la realización de algún acto de lo más cotidiano e inocuo (pasar delante de una obra para ir a buscar el pan, por ejemplo).
Os contaré una historia para ilustrar lo que digo: Tuve un novio en el Instituto que me cortejaba diciéndome que mi amiga Manoli estaba mucho más buena que yo, y además era mucho más simpática. Después de una semana de relaciones formales rompí el compromiso gritándole “!Pues sal con la Manoli!” Los dos éramos de la misma pandilla, así que al domingo siguiente fuimos todos al cine, como cada semana. Al volver a casa, cogimos el autobús y el tío, no contento con pasarse la tarde con cara de cordero degollado y dándole la vara a su mejor amigo porque yo no le hacía puñetero caso, me reprochó amargamente: “¿Es que no puedes coger otro autobús?”
De nada sirvió explicarle que aquél era el que llevaba hasta mi casa y que tenía que llegar allí antes de las 8 de la tarde (hora de retirada marcada por mis padres) ni que, después de todo, el otro autobús también podía haberlo cogido él. Su lógica masculina le indicaba que aquel autobús era el suyo y que yo me había subido a él nada más que para hacerle rabiar con mi presencia. Con un razonamiento propio de cualquier iraní fetichista del pedal, yo era una mala mujer, pérfida y cruel, simplemente por coger el autobús.
3 comentarios:
¡Cómo está el mundo! No importa dónde se den este tipo de injusticias. Esta clarísimo que esto ocurre por culpa de la religión (y que me perdonen los creyentes más acérrimos, pero es lo que pienso). Lo de siempre, vaya: si un hombre se lía con todas las que puede, es un machote; sin embargo al revés, si es una mujer, ya se sabe...
A ver si cambiamos este mundo ya de una vez y hacemos desaparecer esas ideas tan inadmisibles.
¿Sabes que te digo, Frida? Que estoy convencido de que tu novio del instituto, en lugar de estar con 'La Manoli', como no haya cambiado, va a tener que hacerse él mismo "una manoli", porque no va a haber quién le aguante. ¡Ja ja ja ja! ¡Bien por ti en su día!
Y gracias por tu comentario.
Un besote.
Opino como Fran con respecto a que tu ex-novio se tenga que estar dedicando ahora a hacerse "manolis" o "alemanitas" -le estaría bien empleado- No hay cosa peor y más castrante que el sentido de la propiedad sobre las personas (sobre la novia, la esposa, el marido...)Mientras no nos demos cuenta que la "otra", al margen de ser nuestra pareja, amiga o hermana, es libre de poder tomar sus propias decisiones, mal nos va a ir -sobre todo a algunas desdichadas y sobre todo en determinadas culturas-
Besote, Frida, y enhorabuena por volver a actualizar.
Hola, Gloria,
la verdad es que cada vez me gusta más cómo escribes y enfocas los artículos de tu blog, que está muy cuidado.
Besos desde Hamburgo,
anabel
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