“Puedo escribir los versos más tristes esta noche…”. No sé quién es el autor de este verso. Pero creo que yo también podría si supiera.
La soledad. Ese fantasma que nos persigue. Nacemos solos y morimos solos. Fatalmente nos alcanzará. Por eso tratamos de evitarla lo más posible.
Pero no hay forma. Siempre está ahí, rondándonos. Nos tiende trampas. Se esconde.
Los ratos de felicidad. Que sería la vida sin esos ratos. Pero al final, siempre estallan, como una pompa de jabón. Y volvemos a verla. Cuando casi la habíamos olvidado.
Hubo un tiempo en que nos habíamos acostumbrado. Casi no la sentíamos. Pero caemos en la celada. Una y otra vez. Y así, sentimos su presencia dolorosa.
A la soledad no le gusta pasar inadvertida.
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