miércoles, 24 de enero de 2007

DESGARRO


En los rasgos juveniles de Frida Kahlo ya se aprecia el desgarro que la hizo trascender su dolor.

Cada una de sus pinceladas es un grito. Teatro, lo tuyo es puro teatro. Falsedad bien ensayada, estudiado simulacro, parecen decir, como si Frida hubiera llevado al lienzo el mismo crudo reproche que cantaba la Lupe. En el fondo, jamás llegó a creer en las palabras de amor de los hombres. No podía entender qué podían ver en su cuerpo destruído.

Sin embargo, nunca llegó a culparles por su crueldad teñida de compasión. Sabía que, en el fondo, ella era la mala. Si aquel día no hubiera insistido en bajarse del autobús para buscar su sombrillita perdida, no habría tenido ocasión de subirse al siguiente, y no se habría convertido en una bailarina cubierta de sangre y oro, ni ninguna barra de hierro habría destrozado su cuerpo.

Por eso, al pintar acuchillaba su propia imagen. No se daba cuenta de que la amargura y el resentimiento que ponía en cada pincelada escapaban de su boca y su mirada para instalarse en el lienzo. Por eso, los demás solo podían ver la dulzura de sus ojos tristes.

1 comentario:

elchicoquequeriaserbreteastonellis dijo...

Me pregunto si has leído "Los años con Laura Díez" de Carlos Fuentes. No me pareció un gran libro pero hace un retrato (nunca mejor dicho) muy interesante de la relación de Frida Kahlo y Diego Rivera.

Te lo recomiendo vivamente.

Un saludo, si tienes cualquier duda, consúltame, ya sabes...