miércoles, 19 de diciembre de 2007

REGALA CULTURA


Queridos niños, os tengo abandonados. Lo sé. Pero es que, si éramos pocos, parió la abuela. Así que mucho me temo que hasta que pasen estas entrañables fiestas no voy a poder atenderos mucho. Pero prometo que mi propósito de Año Nuevo va a ser organizarme. Pero ahora mismo, me va a ser imposible porque en estos días las mujeres-madre tenemos, inevitablemente, cien mil cosas en la cabeza.

Una de ellas es la cuestión de los regalos. No solo hay que hacer equilibrios con el presupuesto sino que a una le gustaría no tener que recurrir al socorrido perfume. Sobre todo cuando los juguetes ya han dejado de ser una opción válida. A mí personalmente siempre me ha gustado regalar (y que me regalen) libros. En el mercado hay títulos que se adaptan a todos los gustos, por lo que es fácil acertar. Y además, la cultura nunca sobra. La pega es que es un regalo tan visto como el perfume.

Por suerte, este año he descubierto alternativas muy interesantes. Originales, innovadoras y accesibles a todos los bolsillos:
En Barcelona, tenemos la promoción “Estas fiestas regala cultura, regala MNAC”. Hasta el 15 de enero de 2008, por 20€ puedes suscribir como Amic del Museu Nacional d’Art de Catalunya (Palau Nacional, Parc de Montjuïch, 08038 Barcelona. Tel. 93 622 03 60 Ext. 4500) a quien desees. Solo es necesario que sepas su nombre y dirección y en el plazo máximo de una semana recibirás en tu casa el carné-regalo para que lo puedas entregar durante las fiestas. Con el carné regalas toda una colección de ventajas muy apreciadas por los amantes del arte: entrada gratuita al Museo, visitas comentadas, asistencia a inauguraciones previas, descuentos especiales…

En Madrid, bajo el lema "Regala cultura, regala Cibeles", la asociación cultural Cibeles (Plaza Santa Ana 4, 2º. 28012 Madrid. Tel. 91 523 17 81) sugiere como regalo diferentes cursos (arte, informática, fotografía o música), visitas guiadas a museos o exposiciones, y recorridos por Madrid. Un amplio abanico de posibilidades con el que satisfacer los gustos más diversos.

En Internet, Portal del Escritor tiene un formulario especial para regalo. Solo tienes que dejar tus datos y el de la otra persona, así como el día que quieres que se lo notifiquen. El mismo día 6 de Enero, al abrir su correo, encontrará un mensaje que diga que tú le has regalado un taller literario. O puede llegarle otro día, el que prefieras.

Estos son solo algunos ejemplos. Seguro que mi parentela se sorprende al encontrarse debajo del árbol con un carné o un pequeño sobre, en vez del paquete inmenso al que están acostumbrados, pero sé que para el año que viene nos vamos a encontrar con muchos más…
Entre nosotros... ¡Son todos unos copiones...!

jueves, 6 de diciembre de 2007

RELATOS NAVIDEÑOS


De todas las fiestas cristianas, la navidad es la que más da de sí, literariamente hablando. Que me lo digan a mí, que acabo de leerme casi 200 relatos navideños de un tirón. Suficientes para cubrir el amplio espectro de temas englobados en una simple palabra.

Aunque en teoría conmemoramos el nacimiento de Jesús, eje de la cultura cristiana, la celebración está tan teñida por los antiguos rituales paganos en honor del solsticio de invierno (precedente sincrético de la navidad), que la ceremonia puramente religiosa, la Misa del Gallo, es la tradición menos mencionada en ellos. De hecho, de todos los elementos bíblicos el que más aparece, por encima incluso del Portal de Belén, es el de los Reyes Magos. Y casi siempre en relación con su faceta de portadores de regalos, más que en la de adoradores del Niño.

Muchas veces, los Reyes Magos aparecen enfrentados con Papá Noel por el monopolio de la distribución de juguetes. Y casi siempre gana el heredero de la tradición nórdica. ¡Papa Noel! Este sí que es un personaje socorrido para los narradores de hoy en día. Además de a luchar por su puesto de trabajo, al pobre viejecito tripón se le obliga a adoptar todo tipo de papeles incómodos: el de marido dominado por su mujer, el de terrorista suicida, el de pederasta…

Yo diría que los más aficionados a poner en aprietos al símbolo por excelencia de la alegría navideña son los autores sudamericanos. Es parte de ese rechazo generalizado que se observa en los relatos procedentes de esa parte del globo a los tópicos navideños por excelencia. Algo completamente lógico, por otra parte: El muñeco de nieve, el abeto engalanado, el calcetín colgado ante la chimenea encendida, etc, son motivos procedentes del folklore propio del frío norte de Europa y en el verano recién estrenado del cono sur resultan tan anacrónicos como un pulpo en un garaje, por mucho que los grandes almacenes se empeñen en lo contrario. De hecho, sus navidades se parecen más a lo que aquí sería la noche de San Juan: cenas al aire libre, en patios y terrazas, con los adolescentes largándose de marcha a las primeras de cambio y los niños esperando que suenen las doce para tirar petardos y cohetes.

Lo que sí es similar en los dos hemisferios es el carácter familiar de las fiestas. En todas partes, los parientes se reúnen para cenar, lo que da ocasión a todo tipo de disputas o situaciones chuscas. Esta costumbre es un auténtico cajón de sastre para el escritor, pues muchas veces se aprovecha la cena de nochebuena para ubicar una situación que, en puridad, no es típicamente navideña. Aunque en realidad, no se necesita ni siquiera esa excusa, pues hay autores que parece creer que basta con poner “era navidad” para que un relato suene a navideño, aunque trate de vampiros, de fantasmas o de bigamia.

De lo que parece imposible librarse es de la moralina. Todavía hay gente que trata de aprovechar la ocasión para mostrarte que mientras unos se divierten, otros mueren de hambre y de frío, como si que los demás estuvieran angustiados bastara para solucionarles la papeleta a esos infelices y la conciencia social consistiera en reprimir cualquier muestra de alegría o vitalidad.

Afortunadamente, lo que prima hoy día es la tendencia a contrarrestar esa dulzura empalagosa de estas fiestas. Lástima que para conseguirlo se suele caer en el extremo contrario: el tremendismo más desaforado. Parecería que es imposible llegar a satirizar la navidad sin caer en efectismos, pero por suerte, hay relatos que lo consiguen. Debo decir que algunos de los que he leído me han gustado mucho.

Lástima no poder compartirlos con vosotros, pero están sujetos a derechos de edición. Lo único que puedo deciros es que, esto de ser jurado en el concurso de relatos navideños de Portal del Escritor ha sido una experiencia muy interesante. Me ha servido para aprender muchas cosas de este variado tema. Ahora, puedo decir que soy una verdadera experta. Y vosotros, queridos niños, ya sabéis a quien podéis dirigiros en caso de duda sobre la materia.

Únicamente os pido una cosa:


¡¡¡NO ME PIDÁIS QUE ESCRIBA UN RELATO NAVIDEÑO!!!

¡Creo que están empezando a salirme por las orejas!