martes, 27 de marzo de 2007

EL DESVÁN DE LAS LUCIÉRNAGAS



Queridos niños, hoy tengo el inmenso placer de anunciaros que ha salido a la venta “El desván de las luciérnagas”, el libro que recoge los trabajos de los alumnos de Portal del Escritor y en el que aparece publicado el primer capítulo de la nueva novela de mi alter-ego.

Reproduzco parte de la reseña: “Hay muchachas tendiendo la ropa en el balcón, y otras regresando a una pequeña ciudad que ya no es la de su niñez; hay accidentes que son como terremotos para las vidas de quienes no los han sufrido; una enfermera busca el sentido de la vida en la lejana Holanda y otra mujer lo encuentra al calor de la sabana de África”

¿Cuál de estos enigmas desvelará la novela?

Si queréis saberlo, podéis adquirir el libro por el módico precio de 16 euros (incluyendo los gastos de envío por correo certificado) en la página web de Editorial GrupoBuho.

Espero que la disfrutéis y que os intrigue lo suficiente como para realizar una segunda compra, en su día.

viernes, 23 de marzo de 2007

NOSTALGIA




Estos días me revuelco en la nostalgia. A veces, la melancolía del recuerdo puede ser puro almíbar. Todo es saber disfrutar.

Recuerdo la noche que quise enseñarle a alguien una canción. Pero a mí ya solo me queda un chisguete. Así que mejor que la cante ella: La genial Paquita la del barrio.

Si has pulsado antes (no logro aprender a meter vídeos aquí), has visto su mejor presentación. De todas formas, mi canción favorita es otra, que me recuerda a mi infancia y juventud. Mi hermano sí que la cantaba bien. Es una lástima que no podáis oírle a él.

Menos mal que la más grande siempre está al quite.

Pero, en fin, revolcarse es de cerdos. Y como siempre hay un roto para un descosido, vamos a animarnos. Cambiemos la nostalgia por FIESTA.

lunes, 19 de marzo de 2007

Siempre hay algo

No hay nada como el cálico electrónico para levantar el ánimo. Os lo recomiendo.

Pruebas

YouTube - Noches de bohemia

POEMA SIN AUTOR




“Puedo escribir los versos más tristes esta noche…”. No sé quién es el autor de este verso. Pero creo que yo también podría si supiera.

La soledad. Ese fantasma que nos persigue. Nacemos solos y morimos solos. Fatalmente nos alcanzará. Por eso tratamos de evitarla lo más posible.

Pero no hay forma. Siempre está ahí, rondándonos. Nos tiende trampas. Se esconde.

Los ratos de felicidad. Que sería la vida sin esos ratos. Pero al final, siempre estallan, como una pompa de jabón. Y volvemos a verla. Cuando casi la habíamos olvidado.

Hubo un tiempo en que nos habíamos acostumbrado. Casi no la sentíamos. Pero caemos en la celada. Una y otra vez. Y así, sentimos su presencia dolorosa.


A la soledad no le gusta pasar inadvertida.

jueves, 1 de marzo de 2007

LA MADAME



A cierta edad, toda mujer lleva dentro una madame. Te lo digo yo, que conozco el paño. Y es que llega un momento en que ya no está una para el descorche. Es demasiado cansado. Por bien que te conserves, hay que saber cuando retirarse. Lo mejor es dejar paso a la juventud y limitarse a atender solo a unos pocos clientes escogidos. Algún viejo amigo, o un joven encantador.

Hace poco conocí a uno. Su padre había hecho que le trajeran para que se espabilara de una vez. Dejó que desfilaran ante él todas las chicas de la casa sin decidirse por ninguna. Yo volví a recomendarle a Yvette, que seguía sentada a su lado, sin meterle prisa. Era la mejor para estos casos. Él me sostuvo la mirada. Me di cuenta de que no era timidez lo que le impedía elegir.

Despedí a las chicas y lo lleve a mi salita. Él me dijo que la belleza era muy relativa. Al final, se acostó con Yvette. Ahora vive en un apartamento cerca de la Universidad. Yo voy a verle al menos una vez al mes. Los vecinos creen que soy su madre, que vengo del pueblo a llenarle la nevera y cuidar que el apartamento no se convierta en una cuadra. Es lo mejor. Yo tengo una reputación que cuidar.

En mi casa, nunca ha habido chulos. Y sigue sin haberlos. Pero eso no quiere decir que yo tenga que privarme de ver la sonrisa tan encantadora que pone mi hijo cuando al fin duerme, satisfecho.