martes, 30 de enero de 2007

Las hojas de té

Dicen que en las hojas del té se puede ver el futuro”, pensó, mirando los pequeños grumos verdes. Ella sólo podía ver su pasado.


Entonces era joven y se preocupabapor el sentido de la vida. Ahora, cuarentona y convencida ya de que la vida no tenía sentido alguno, buscaba en el fondo de la taza un resto de sí misma.

Por fin, como si de pronto los colores de un caleidoscopio dejaran de girar y adquirieran una forma concreta, fue capaz de ver su futuro:




Ahora podría hacer lo que le diera la gana.


domingo, 28 de enero de 2007

JOYAS

A quien le guste, como a mí, la literatura, y aún conserve la esperanza secreta de ganar algún día el Nobel, más que nada porque le hace ilusión, me permito recomendarle que eche un vistazo a estos libros:





ESCRIBIR. Manual de técnicas narrativas. Enrique Páez. Ediciones SM: Un repaso exhaustivo y completo de las herramientas básicas que debe manejar todo escritor, desde como encontrar el lugar adecuado para escribir hasta el momento de presentar la obra para la edición, pasando por la elaboración de los personajes, la construcción de los diálogos, o los géneros.

EL VIAJE DEL ESCRITOR. Las estructuras míticas para escritores, guionistas, dramaturgos y novelistas. Christopher Vogler. Ma non troppo, un sello de Ediciones Robinbook: Un análisis de las estructuras internas de la historia aplicado a una fórmula general para la elaboración del argumento. Vogler nos indica cómo distribuir los puntos clave de una historia de tal forma que despierten el interés del lector.

LA PRÁCTICA DEL RELATO. Manual de estilo literario para narradores. Ángel Zapata. Ediciones y talleres de escritura creativa Fuentetaja. Los rasgos esenciales que conforman el estilo (naturalidad, visibilidad, continuidad y personalidad) explicados de forma sencilla y clara.

miércoles, 24 de enero de 2007

DESGARRO


En los rasgos juveniles de Frida Kahlo ya se aprecia el desgarro que la hizo trascender su dolor.

Cada una de sus pinceladas es un grito. Teatro, lo tuyo es puro teatro. Falsedad bien ensayada, estudiado simulacro, parecen decir, como si Frida hubiera llevado al lienzo el mismo crudo reproche que cantaba la Lupe. En el fondo, jamás llegó a creer en las palabras de amor de los hombres. No podía entender qué podían ver en su cuerpo destruído.

Sin embargo, nunca llegó a culparles por su crueldad teñida de compasión. Sabía que, en el fondo, ella era la mala. Si aquel día no hubiera insistido en bajarse del autobús para buscar su sombrillita perdida, no habría tenido ocasión de subirse al siguiente, y no se habría convertido en una bailarina cubierta de sangre y oro, ni ninguna barra de hierro habría destrozado su cuerpo.

Por eso, al pintar acuchillaba su propia imagen. No se daba cuenta de que la amargura y el resentimiento que ponía en cada pincelada escapaban de su boca y su mirada para instalarse en el lienzo. Por eso, los demás solo podían ver la dulzura de sus ojos tristes.

martes, 23 de enero de 2007

SE BUSCA PATROCINADOR

La otra noche, mientras estiraba la mano para apagar la luz antes de dormirme, me acordé de pronto de las peras de la luz.



Para los más jóvenes, aclararé que este ingenioso artilugio consistía en un aparato con forma de pera que en un extremo tenía un botón que servía de interruptor y por el otro colgaba de la pared por el mismo cable eléctrico, protegido por un cordón similar al que protege al cable de las planchas eléctricas, de tal forma que, cuando estabas acostado, bastaba con estirar la mano por encima de la cabeza para agarrar la pera y apagar o encender la luz.



Era muy cómodo, aunque a veces, al estirar la mano a oscuras, sin querer le dabas un manotazo y la pera se balanceaba de uno a otro lado de la cabecera de la cama. Además, cuando te levantabas medio dormido corrías el riesgo de pegarte un coscorrón con la pera.



Sin embargo, en la lucidez que precede al sueño, cuando ya el cuerpo te pesa y los párpados parecen soldarse, se me ocurrió la solución a estos pequeños inconvenientes: bastaría con instalar en la pared un cajetín con uno de esos recogecables automáticos que tienen las aspiradoras para que la pera, al apagar la luz, quedara recogida en su interior, siempre accesible. Además, tendría la ventaja de que se podría graduar la longitud del cable de acuerdo con la altura del durmiente.



Lástima no tener los conocimientos técnicos necesarios para desarrollar la idea, pero lo dicho: se acepta toda clase de colaboración. Nunca se sabe donde está la fortuna. Que se lo digan sino al inventor del chupachups o de la fregona.






jueves, 18 de enero de 2007

Guillermo en el Salón del Manga

Me pregunto como se las arreglaría Guillermo el travieso para ir al Salón del Manga. Parecería que sus genialidades de niño terrible, inconformista y aventurero, no tendrían sentido más que en el ambiente encorsetado de la Inglaterra rural de entreguerras.



Pero yo me lo imagino discutiendo el tema en el recreo con sus amigos. Todos los niños van a ir menos ellos: Pelirrojo y él están castigados por sus malas notas. Enrique, el buen estudiante, tiene ahorros y Douglas puede apañarselas para sacarle el dinero para dos entradas a sus padres divorciados, diciéndoles a cada uno que el otro no se lo quiere dar, pero eso no alcanzaría para todos y ninguno quiere ir sin Guillermo. Cuando Humberto les enseña su invitación, todo orgulloso, y se burla de ellos, Guillermo se rebela y decide ir disfrazado. Así conseguirá la entrada gratuíta. Con la excusa de reunirse para hacer el crédito de síntesis, los cuatro se escapan al Salón. Después de un trayecto en metro, entre empujones y reproches, que obliga a que el resto de los viajeros se encoja en el asiento por miedo a que se les caiga encima un muchacho sudado armado con una carpeta enorme, se encuentran con la primera dificultad. El kimono de judo pintado con tempera roja que Guillermo lleva debajo de la ropa y con el que pretende estar disfrazado de Son Goku no convence al portero. Así que Guillermo se ve obligado a remolonear junto a la entrada, buscando la forma de colarse mientras sus amigos, desánimados, le esperan cerca del stand de información.


Al final, Guillermo birlaría un paquete de comics de una furgoneta que encontraría abierta en el aparcamiento y se acercaría a la entrada de atrás, esperando pasar por el sobrino de un librero al que su tío ha mandado a buscar más material. Allí se encontraría con un publicista que, harto de que el manga se asocie con frikies, lleva tiempo buscando a un niño que diera la imagen de un lector español normal.

Incluso en estos tiempos de móviles, cónsolas y demás, en el que los niños parecen tenerlo todo, Guillermo sabría vencer la apatía de la saciedad y seguiría siendo un rebelde y un proscrito. Y lo más importante, seguiría haciéndose respetar.

Por fin


Llevo dos días intentando meter una foto que me guste en la cabecera de la web. Ya véis como me ha hecho el mundo. Gorda y voluptuosa. Claro que, en esta sociedad regida por la tiranía de la talla 42, cada vez es más difícil ser las dos cosas. O al menos, eso parece. Porque en la práctica, me las arreglo bastante bien.

martes, 16 de enero de 2007

!Uh! !Ah! Probando, probando

Eso es lo que diría si tuviera ahora mismo un micrófono en la mano. Me siento como si fuera el cantante de una orquesta, minutos antes de empezar su primera actuación en la plaza de cualquier pueblo en fiestas. ¿Saldrá todo bien, o los mozos me echarán al pilón a las primeras de cambio?



Bueno, tiempo al tiempo. Para empezar, me gustaría saber que os parece este acantilado.





Es el Cabo Vidio, en Asturias. Un sitio precioso. Tenéis que visitarlo alguna vez, pero cuidado con el vértigo.